TEORÍA DEL BIEN Y DE LA FELICIDAD

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TEORÍA DEL BIEN Y DE LA FELICIDAD por Mind Map: TEORÍA DEL BIEN Y DE LA FELICIDAD

1. LIBRO PRIMERO

1.1. CAPÍTULO I

1.1.1. En todas las cosas que tienen ciertos fines que trascienden de los actos, los resultados definitivos son naturalmente más importantes que aquellos que los producen. Poco importa, por lo demás, que los actos mismos sean el objeto último que uno se proponga al obrar, o que se aspire a otro resultado más allá de estos actos, como en las ciencias que acabamos de citar. Que esto no impide que haya grandes diferencias entre los fines que uno se propone.

1.1.2. He aquí por qué la juventud es poco a propósito para hacer un estudio serio de la política, puesto que no tiene experiencia de las cosas de la vida, y precisamente de estas cosas es de las que se ocupa la política y de las que deduce sus teorías.

1.1.3. la juventud que sólo escucha la voz de sus pasiones, en vano oiría tales lecciones, y ningún provecho sacaría de ellas, puesto que el fin que se propone la ciencia política no es el simple conocimiento de las cosas, sino que es ante todo un fin práctico.

1.2. CAPÍTULO II

1.2.1. Por lo demás, no perdamos de vista, que hay mucha diferencia entre las teorías que parten de los principios, y las que se elevan a los mismos. Platón tuvo mucha razón para preguntar y para indagar, si el verdadero método consiste en partir desde los principios o en subir hasta ellos, a la manera que en el estadio se puede ir de los jueces a la meta, o, a la inversa, de la meta a los jueces.

1.2.2. Pero siempre es preciso comenzar por cosas muy notorias y muy claras. Quizá deberemos comenzar por las que son notorias a nosotros, y he aquí por qué las costumbres y los sentimientos honrosos son una preparación necesaria para todo el que quiera hacer un estudio fecundo de los principios de la virtud, de la justicia, en una palabra, de los principios de la política.

1.3. CAPÍTULO III

1.3.1. El bien aparece igualmente en la categoría de la sustancia, en la Misma anterior a la relación, puesto que la relación es como una superficiario y un accidente Categoría de la sustancia es Dios y la inteligencia; en la categoría de la cualidad, es la virtud; en la De lugar, es la posición regular, y lo mismo sucede con todas las demás categorías.

1.3.2. Las Ideas atacadas por nosotros no se aplican a los bienes de toda especie, y que solo conciernen A una especie de bienes; a saber, a aquellos que se buscan y se aman por si mismos únicamente, A causa de aquellos y bajo otro punto de vista.

1.3.3. En algunos modelos, podríamos descubrir mejor los bienes especialmente los que nos convienen.

1.4. CAPÍTULO IV

1.4.1. Son diferente los bienes dependiendo de las actividades de los géneros, también de estas actividades se ve las medicina, teniendo la estrategia, se ve también en una casa de arquitectura esto es arte y también en cualquier casa de arte, como toda acción y determinaciones morales, el bien es el fin mismo que se busca y siempre en vista.

1.4.2. cuando hablamos de independencia, no nos limitamos en manera alguna al hombre que pasa una vida solitaria, porque no pertenece menos al que vive para sus padres, para sus hijos, para su mujer, y en general para sus amigos y sus conciudadanos, puesto que el hombre es naturalmente sociable y político. Sin duda en esto debe procederse con cierta mesura, porque si estas relaciones se extendiesen a los padres primero, después a los descendientes de todos grados, y por último a los amigos de los amigos, sería llevar las cosas al infinito.

1.4.3. Pero quizá aun conviniendo con nosotros en que la felicidad es sin contradicción el mayor de los bienes, el bien supremo, habrá quien desee conocer mejor su naturaleza. El medio más seguro de alcanzar esta completa noción, es saber cuál es la obra propia del hombre.

1.5. CAPÍTULO V

1.5.1. Es preciso aprender a tratar cada uno de estos principios según el método que corresponde a su naturaleza, y es poco cuanto cuidado se ponga para determinarlos bien

1.6. CAPÍTULO VI

1.6.1. nuestra definición es aceptada por los que pretenden, que la felicidad es la virtud, o por lo menos, una cierta virtud, porque la actividad del alma conforme a la virtud forma también parte de la virtud. Si los placeres del vulgo son tan diferentes y tan opuestos entre sí, es porque no son por su naturaleza verdaderos placeres.

1.6.2. Las almas cultas, que aman lo bello, sólo gustan de los placeres que por su naturaleza son placeres verdaderos, y lo son tales todas las acciones conformes a la virtud, que agradan a estos corazones bien nacidos, y les agradan únicamente por sí mismas. Si todo esto es cierto, los verdaderos placeres del hombre son las acciones conformes a la virtud.

1.7. CAPÍTULO VII

1.7.1. Pero digo, que si la felicidad no nos la envían exclusivamente los dioses, sino que la obtenemos por la práctica de la virtud, mediante un largo aprendizaje o una lucha constante, no por eso deja de ser una de las cosas más divinas de nuestro mundo, puesto que el precio y término de la virtud es evidentemente una cosa excelente y divina y una verdadera felicidad.

1.7.2. Como vale más conquistar la felicidad a este precio que deberla al simple azar, la razón nos obliga a suponer, que así es realmente como el hombre puede llegar a ser dichoso, puesto que las cosas que siguen las leyes de la naturaleza22 son siempre naturalmente tan bellas como es posible.

1.8. CAPÍTULO VIII

1.8.1. Siendo los accidentes de la fortuna muy numerosos y teniendo una importancia muy diversa, ya grande, ya pequeña, los sucesos poco importantes, lo mismo que las ligeras desgracias, apenas ejercen influjo en el curso de la vida.

1.8.2. Pero en medio de estas pruebas mismas la virtud brilla con todo su resplandor, cuando un hombre con ánimo sereno soporta grandes y numerosos infortunios, no por insensibilidad, sino por generosidad y por grandeza de alma

1.8.3. Si los actos virtuosos deciden soberanamente de la vida del hombre, como acabamos de decir, jamás el hombre de bien, que sólo reclama la felicidad de la virtud, puede hacerse miserable, puesto que nunca cometerá acciones reprensibles y malas.

1.9. CAPÍTULO IX

1.9.1. se puede avanzar más, y preguntar si los muertos pueden conservar alguna idea de prosperidad o de desgracia. Estas diversas consideraciones hacen ver claramente, que, si es posible que alguna impresión, buena o mala, pueda extenderse hasta los muertos, esta impresión debe ser ciertamente muy débil y oscura, sino en sí misma absolutamente, por lo menos con relación a ellos.

1.10. CAPÍTULO X

1.10.1. . La prueba es que admiramos la dicha y la felicidad de los dioses, lo mismo que admiramos la dicha de esos hombres, que, entre nosotros, se aproximan más a la divinidad. Esto es lo que los demas ha sabido hacer valer perfectamente para justificar la preferencia que concedía al placer. En cuanto a nosotros resulta evidentemente de lo que acabamos de decir, que la felicidad es una de estas cosas que merecen nuestro respeto y que son perfectas.

1.10.2. Si son estas las cosas a que se aplica la alabanza, es claro que no se aplica a las más perfectas, puesto que para estas se necesita una cosa que sea más grande y mejor que la alabanza.

1.11. CAPÍTULO XI

1.11.1. Al lado de esta primera facultad aparece igualmente en el alma otra naturaleza, que es igualmente irracional, pero que, sin embargo, puede participar hasta cierto punto de la razón. Reconocemos, en efecto, y alabamos en el hombre sobrio que se domina, y hasta en el hombre intemperante que no sabe dominarse, la parte del alma que está dotada de razón, y que invita sin cesar a uno y a otro al bien por medio de los mejores consejos

1.11.2. Reconocemos igualmente en ellos otro principio que por su naturaleza va contra la razón, la combate y se mantiene frente a frente de ella.

1.11.3. La única diferencia consiste en que, respecto al cuerpo, podemos ver la parte cuyos movimientos son irregulares, mientras que no la vemos en el alma. Pero no por eso dejamos de creer que existe en el alma algo que es contra la razón, que se opone a ella y que marcha fuera de su debida dirección.

2. LIBRO QUINTO

2.1. CAPÍTULO I

2.1.1. No sucede con los conocimientos y facultades que el hombre posee lo que con sus cualidades morales.

2.1.2. Lo que más ordinariamente sucede es que cuando uno de los términos contrarios se toma en muchos sentidos, el otro término, como una consecuencia necesaria, puede tomarse igualmente de muchas maneras.

2.1.3. Pero si el que viola las leyes es injusto, y si el que las observa es justo, es evidente que todas las cosas legales son de algún modo cosas justas. Las leyes, siempre que estatuyen algo, tienen por objeto favorecer el interés general de todos los ciudadanos, o el interés de los principales de ellos, o también el interés especial de los que son jefes del Estado, sea por su virtud o por cualquiera otro título.

2.2. CAPÍTULO II

2.2.1. el hombre que en la batalla arroja su broquel por cobardía, el que por maldad calumnia a alguno, el que por avaricia se niega a socorrer a un amigo, ninguno de estos peca tomando más de lo que le corresponde.

2.2.2. Sin embargo, si no ha cometido todas estas faltas, ha cometido ciertamente una, llámese como se quiera, puesto que se ha hecho reprensible y ha demostrado su perversidad y su injusticia.

2.3. CAPÍTULO III

2.3.1. Si las personas no son iguales, no deberán tampoco tener partes iguales. Esto mismo es de toda evidencia, si, en lugar de mirar a las cosas, se mira al mérito de las personas que las reciben.

2.3.2. Todos están de acuerdo en reconocer, que en las particiones lo justo debe acomodarse al mérito relativo de los contendientes.

2.4. CAPÍTULO V

2.4.1. en todas las relaciones comunes que los ciudadanos mantienen entre sí, esta especie de justicia, es decir, la reciprocidad proporcional y no estrictamente igual, es el lazo mismo de la sociedad. Estado no subsiste sino merced a esta reciprocidad de servicios, que hace que cada uno vuelva proporcionalmente lo que ha recibido.

2.4.2. Esto nos explica también el fin con que se coloca el templo de las Gracias en el sitio más frecuentado de la ciudad, que no es otro que el de excitar a los ciudadanos a volver los servicios que hayan recibido, porque esto es lo propio de la Gracia.

2.4.3. Un ejemplo del zapatero es preciso que el arquitecto reciba del zapatero un número dado de zapatos por el precio de la casa, o tantos zapatos por el precio de los alimentos. Pero efecto de una convención completamente voluntaria, la moneda se ha hecho en cierta manera el instrumento y el signo de esta necesidad

2.5. CAPÍTULO VI

2.5.1. algunos de los teminos de capitulo nos habla unde una clase de sistema por qué esta clase de justicia se aplica mejor al marido respecto de la mujer, que al padre respecto de los hijos o al dueño respecto de su propiedad. La justicia que rige para las propiedades y para los hijos, es la justicia doméstica, la cual difiere también de la justicia política y civil.

2.6. CAPÍTULO VII

2.6.1. Según ellos, lo que es verdaderamente natural es inmutable, y en todas partes tiene la misma fuerza y las mismas propiedades.

2.6.2. Por lo tanto, no todo es variable, y puede distinguirse con razón en la justicia civil y política lo que es natural y lo que no lo es. Hay prescripciones de la justicia fundadas sobre convenciones y sobre la utilidad, absolutamente del mismo modo que hay medidas para apreciar los objetos.

2.6.3. Las constituciones tampoco lo son, si bien existe una que es en todas partes la natural, y que es la mejor. También debe establecerse una diferencia entre lo injusto legal y lo injusto tomado en absoluto, entre lo justo legal y lo justo absoluto.

2.7. CAPÍTULO VIII

2.7.1. En estos casos no se discute sobre el hecho, como sucede en el cumplimiento de los contratos en los cuales precisamente uno de los contratantes es hombre de mala fe, a menos que no se trate de un simple olvido

2.7.2. Pero en el presente caso no cabe desacuerdo acerca del hecho, y sólo se disputa sobre su justicia.

2.8. CAPÍTULO X

2.8.1. Lo propio de lo equitativo consiste precisamente en restablecer la ley en los puntos en que se ha engañado, a causa de la fórmula general de que se ha servido

2.8.2. no más que lo justo absoluto, pero es mejor al parecer que la falta que resulta de los términos absolutos que la ley se vio obligada a emplear

2.8.3. Y así, en todas las cuestiones respecto de las que es absolutamente inevitable decidir de una manera puramente general, sin que sea posible hacerlo bien, la ley se limita a los casos más ordinarios, sin que disimule los vacíos que deja.

2.9. CAPÍTULO XI

2.9.1. Voluntariamente quiere decir aquí que se sabe a quién, con qué y cómo se ha causado el daño.

2.9.2. se resuelve por la definición que hemos dado de la injusticia que se sufre voluntariamente. No es menos evidente que son dos cosas malas sufrir y cometer una injusticia.