1.2. El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto.
1.3. Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla.
1.4. La vanagloria o jactancia constituye una falta contra la verdad.
1.5. La mentira ofende el vínculo fundamental del hombre y de su palabra con el Señor
1.6. La gravedad de la mentira se mide según la naturaleza de la verdad que deforma
1.7. La mentira es condenable por su misma naturaleza
1.8. La mentira, por ser una violación de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a los demás.
1.9. Cuando es imposible reparar un daño públicamente, es preciso hacerlo en secreto; si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente
1.10. Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla.
2. El respeto a la verdad
2.1. Todos deben conformar su vida al precepto evangélico del amor fraterno.
2.2. El deber de evitar el escándalo obliga con frecuencia a una estricta discreción. Nadie está obligado a revelar una verdad a quien no tiene derecho a conocerla.
2.3. El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo.
2.4. Los responsables de la comunicación deben mantener un justo equilibrio entre las exigencias del bien común y el respeto de los derechos particulares.
