Guerra y Política en la Sociedad Colombiana. Gonzalo Sánchez Gómez

Comienza Ya. Es Gratis
ó regístrate con tu dirección de correo electrónico
Guerra y Política en la Sociedad Colombiana. Gonzalo Sánchez Gómez por Mind Map: Guerra y Política en la Sociedad  Colombiana. Gonzalo Sánchez Gómez

1. Las Guerras Civiles y la Política

1.1. Guerra y política son prácticas colectivas simétricas e indisociables en el siglo XIX.

1.2. La memoria política del siglo XIX en Colombia se construye sobre la base de la historia nacional, una historia de guerras y batallas.

1.3. La guerra en Colombia en el siglo XIX no es negación o sustituto, sino prolongación de las relaciones políticas.

1.4. Los temas de la guerra eran, ciertamente, los grandes temas de la política, comunes por lo demás en diversos grados y combinaciones a todos los países de la América Latina. Se los puede agrupar en cuatro grandes bloques:

1.4.1. El concerniente a la forma de organización política, es decir, al necesario equilibrio de los diversos poderes regionales entre sí y entre sistema y el también necesario arbitraje central. Mas conocidas como como las “guerras federales”.

1.4.2. Tema explícito o latente en estas guerras es el concerniente a lo que hoy llamaríamos “modelos de desarrollo”.

1.4.3. Una tercera fuente de conflicto es la que se refiere a las relaciones Iglesia- Estado-Partidos, cuyo trasfondo es el problema de la hegemonía o el pluralismo cultural.

2. Entre las Guerras y la Violencia: la Democratización Frustrada

2.1. Numerosos cambios en la cultura política colombiana introdujo la próxima contienda armada generalizada, la Violencia.

2.2. Hacienda-Iglesia-Partidos, habría que agregarle tanto el cambio social, como el quiebre de viejas jerarquías y la irrupción de nuevos universos simbólico-culturales, eran interpretados no sólo como amenazantes sino incluso como precursores de una era de apocalipsis para Colombia.

2.3. El desenlace de estas primeras décadas de construcción democrática es bien conocido: el 9 de abril de 1948, asesinato Gaitán, el personero de todos estos nuevos procesos. Impropiamente denominado el “ Bogotazo”.

2.3.1. El asesinato de Gaitán podría considerarse como momento inaugural de la Violencia.

2.3.2. También el momento culminante de una primera oleada de Violencia que se había iniciado dos o tres años atrás.

3. La Violencia y la Supresión de lo Político

3.1. La Violencia como terror concentrado

3.1.1. Esta dimensión de la Violencia es la asociada primordialmente al sectarismo, a la dimensión político partidista de la Violencia que parecería constituirse al margen de lo social pero que en realidad va más allá.

3.1.2. En Colombia nos hallamos pues frente a una politización pre-social.

3.1.3. No se trataba, en efecto, del terror como una práctica ocasional, sino precisamente de algo más estructurado, de una verdadera política, que incluía aspectos tan diferenciables como los siguientes:

3.1.3.1. Estrategia y una programación del terror cuyo objetivo se encuentra sintetizado en una patética frase, dicha por el líder político Laureano Gómez antes de acceder a la Presidencia: “ hay un millón ochocientas mil cédulas falsas”.

3.1.3.2. Agentes del terror, a menudo policías, patrullas del ejército o fuerzas combinadas que se dedican a asolar pueblos inermes.

3.1.3.3. Organizaciones del terror, constituidas por bandas de fanáticos que ejecutan la muerte por encargo.

3.1.3.4. Rituales del terror, una liturgia y una solemnización de la muerte, que implican un aprendizaje de las artes de hacer sufrir.

3.1.3.5. Instrumentos del terror. Los agentes o estrategas de la muerte prefieren entonces el machete, el cuchillo o el garrote.

3.1.3.6. Una cronología del terror, dependiente en parte de los instrumentos utilizados y en parte de una calculada manipulación de la aceleración o retardo del tiempo de ejecución o, puesto en otros términos, de la relación entre unidad de tiempo y unidad de dolor .

3.2. La Violencia como Resistencia Armada

3.2.1. La resistencia es la formación más o menos espontánea ya veces más o menos políticamente dirigida de núcleos armados de defensa que van desde el nivel veredal hasta la conformación de verdaderos ejércitos campesinos regionales.

3.2.2. En Colombia las guerrillas de los años cincuentas surgen como una forma de organización forzada para confrontar el terror y no como parte de un proyecto político-insurreccional para la toma del poder, del Estado o del gobierno.

3.2.3. Ninguna guerrilla en el mundo ha practicado el secuestro en dimensiones tan aberrantes como la colombiana.

3.3. La violencia como conmoción social subterránea

3.3.1. La magnitud y las diversas direcciones en que ello se produjo fueron oscurecidas durante muchos años tanto por el reduccionismo partidista, como por ciertas interpretaciones bipolares del tipo feudalismo-capitalismo.

3.3.2. La Violencia puede significar un canal inesperado de ascenso para tenderos y comerciantes inescrupulosos.

3.3.3. La Violencia favorece el ensanche de capitalistas agrarios que estaban bien ubicados antes de agudizarse el conflicto y se sirvieron de la misma Violencia para sostener y ampliar sus ventajas iniciales.

4. El Legado de la Violencia

4.1. Después de la Violencia, los viejos pilares de la sociedad colombiana, la Hacienda, la Iglesia y los Partidos, se encuentran sumidos en una crisis inconclusa, sin resolución y sin ser claros sustitutos visualizables en el porvenir Inmediato.

5. Guerra Insurreccional, Militarización de la Política Y Bandolerización de la Guerra

5.1. Se construye sobre la base de una nueva división de la sociedad, dominantes y dominados, y que promete sacar a Colombia de su insularidad y excepcionalidad política, poniéndola al ritmo del mesianismo revolucionario que por entonces invade a toda América Latina.

5.2. En ese sentido la situación colombiana no difiere de la de sus vecinos del subcontinente. Pero más allá de esto, Colombia parece haber regresado a su vieja excepcionalidad: cuando casi todos los países del área temen por su viabilidad económica, Colombia se interroga sobre su viabilidad política.

5.2.1. Nunca habíamos estado tan literalmente en tiempos de Constituyente. Tenemos que reinventar el País.