1. NIVEL PRE-CONVENCIONAL
1.1. La persona juzga los acontecimientos según el modo en el que estos la afecten a ella.
1.1.1. Primera etapa: orientación a la obediencia y el castigo
1.1.1.1. El individuo solo piensa en las consecuencias inmediatas de sus acciones, evitando las experiencias desagradables vinculadas al castigo y buscando la satisfacción de las propias necesidades.
1.1.2. Segunda etapa: orientación al interés propio
1.1.2.1. En esta etapa cada uno defiende lo suyo y obra en consecuencia.
2. NIVEL CONVENCIONAL
2.1. Suele ser la que define el pensamiento de los adolescentes y de muchos adultos.
2.1.1. Tercera etapa: orientación hacia el consenso
2.1.1.1. Las acciones buenas y malas están definidas por los motivos que hay detrás de ellos y el modo en el que estas decisiones encajan en una serie de valores morales compartidos
2.1.2. Cuarta etapa: orientación a la autoridad
2.1.2.1. El bien consiste en cumplir las normas, y el mal es incumplirlas. No cabe la posibilidad de actuar más allá de estas reglas, y la separación entre lo bueno y lo malo es tan definida como concretas sean las normas.
3. NIVEL POST-CONVENCIONAL
3.1. Las personas que se encuentran en esta fase tienen como referencia principios morales propios que, a pesar de no tener por qué coincidir con las normas establecidas, se apoyan tanto en valores colectivos como en libertades individuales, no en exclusivamente en el propio interés.
3.1.1. Etapa 5: orientación hacia el contrato social
3.1.1.1. La manera de razonamiento moral propia de esta etapa surge de una reflexión acerca de si las leyes y las normas son acertadas o no, es decir, si dan forma a una buena sociedad.
3.1.2. Etapa 6: orientación hacia los principios universales
3.1.2.1. Se basa en la creación de principios morales universales que son diferentes a las leyes en sí mismas. Las decisiones no emanan de suposiciones acerca del contexto, sino de consideraciones categóricas basadas en los principios morales universales.