1.1. Como en un baile, la comunicación oral debe tener un ritmo y una cadencia que ayude a lograr el objetivo planteado. Si se habla muy rápido y sin pausas, el oyente tendrá que hacer un esfuerzo extra para tratar de entender lo que se dice y es posible que se canse o desista. Si por el contrario, se habla muy lento, el oyente también puede extraviarse o aburrirse, costándole unir las ideas y entender el todo. El ritmo debe tener una cadencia y cambiar en función del objetivo y contenido del mensaje. Estos cambios ayudan a mantener el interés de la audiencia.
2. Emotividad.
2.1. Es una de las grandes ventajas que tiene la expresión oral sobre la expresión escrita. Es la capacidad del hablante para imprimirle a sus palabras la emoción indicada en cada caso; esto será de mucha ayuda a la hora de ser bien entendido y lograr empatía.
3. Volumen.
3.1. Es la capacidad de pronunciar las palabras sin tropiezos, de forma continua y haciendo las pausas en los lugares necesarios para que el interlocutor entienda correctamente la idea expresada. En este aspecto, la velocidad al hablar es fundamental. No debe ser tan rápida como para atropellar las palabras, ni tan lenta que dificulte la comprensión general de la idea o aburra a la audiencia.
4. Gesticulación.
4.1. Se denomina gesticular a la actividad consistente en comunicar mediante gestos una idea subyacente. La gesticulación puede componerse de distintas formas de movimientos corporales que incluyen la cara, la cabeza, las extremidades, etc. En general los procesos en que se gesticulan están vinculados también a un proceso de comunicación oral. Así, las personas suelen acompañar el contenido de sus expresiones verbales con gestos que les confieren mayor intensidad a las ideas. En algunas ocasiones el proceso de gesticulación se incorpora deliberadamente en algunas actividades, como por ejemplo la actuación.
5. Postura.
5.1. Evitar la rigidez y reflejar serenidad y dinamismo. No mantener los brazos pegados al cuerpo o cruzados. En una exposición oral suelen estar involucrados los siguientes elementos: Expositor (es). Aquellos que tienen la palabra y que son escuchados por el público. Público. Aquellos que presencian la exposición y que, por lo general, guardan silencio hasta el final de la misma. Material de apoyo.
6. Dicción.
6.1. Es la correcta pronunciación de las palabras. Para lograr una buena dicción es necesaria una correcta articulación, es decir que el movimiento de labios, lengua, dientes y paladar sea específico para la pronunciación de cada vocal, consonante, sílaba y palabra.
7. Fluidez.
7.1. Es la capacidad de pronunciar las palabras sin tropiezos, de forma continua y haciendo las pausas en los lugares necesarios para que el interlocutor entienda correctamente la idea expresada. En este aspecto, la velocidad al hablar es fundamental. No debe ser tan rápida como para atropellar las palabras, ni tan lenta que dificulte la comprensión general de la idea o aburra a la audiencia.
8. Claridad.
8.1. Tiene que ver con la precisión de lo hablado. Sin irse por las ramas, sin demorarse en detalles que no son importantes o que no aportan nada a la idea central del discurso. También tiene que ver con la correcta selección de las palabras en función de la audiencia. Es necesario manejar códigos culturales comunes, lo que se vulgarmente se dice “hablar el mismo idioma”. Por ejemplo, un doctor en física nuclear tendrá que adaptar su discurso al explicar sus experimentos a chicos de la escuela primaria.
9. Coherencia.
9.1. La expresión oral debe tener un orden lógico en donde exista una idea principal alrededor de la cual gire la alocución. Debe evitarse saltar de un tema a otro constantemente, pues se corre el riesgo de perder la idea original. A partir de esta idea principal se desprenderán ideas secundarias.