1. ORIGEN DE LA AGRESIÓN
1.1. la Psicología social analiza las diferencias en la tendencia a agredir considerando, fundamentalmente, los aspectos relevantes que transcienden al propio individuo.
1.1.1. Por un lado, se considera que las conductas agresivas son susceptibles de adquirirse y mantenerse a través de aprendizaje social. Por otro lado, se afirma que la cultura regula el uso de la agresión en las relaciones sociales y aporta significados compartidos a estas acciones.
1.1.2. Por un lado, se considera que las conductas agresivas son susceptibles de adquirirse y mantenerse a través de aprendizaje social. Por otro lado, se afirma que la cultura regula el uso de la agresión en las relaciones sociales y aporta significados compartidos a estas acciones.
1.2. Cabe concluir, por tanto, que la exposición a modelos o su observación permiten aprender las conductas observadas, que podrán así incorporarse al repertorio conductual de los observadores.
1.2.1. Los estudios de laboratorio han confirmado que la televisión y las películas violentas afectan a las conductas agresivas a corto plazo.
2. La agresión en el contexto interpersonal
2.1. La explicación del proceso que lleva a interpretar un ataque como una provocación depende de la participación de los procesos atributivos (Weiner, 1993, 1995).
2.1.1. Dentro del proceso básico por el que el ataque puede instigar violencia, cabe señalar algunos aspectos que pueden favorecer que la persona perciba intenciones hostiles en el atacante. Entre ellos, ocupan un lugar destacado las creencias en un mundo hostil.
2.1.2. No obstante, hay que tener en cuenta que la provocación no siempre es respondida con agresión. Parece ser que en este proceso de agresión las personas desarrollan expectativas y creencias acerca de las consecuencias futuras de la acción.
2.2. Las normas son elementos fundamentales en la regulación de las relaciones y en el funcionamiento social. Respecto a la agresión, las normas cumplen diversas funciones:
2.2.1. En primer lugar, las normas establecen un marco común de reglas que guían las interacciones y determinan las consecuencias de su incumplimiento.
2.2.2. En segundo lugar, las normas tienen un valor moral prescriptivo, por el que se concretan las obligaciones, derechos y privilegios que gobiernan la conducta y, al compartirlas, actúan comounmarcocomúndereferenciaquelaspersonaspresuponencuandointeractúan.
2.3. El estudio de la violación de las normas ha puesto en primera línea del proceso de agresión el carácter inapropiado o no-normativo de una acción. El sentimiento de injusticia adquiere una relevancia central en la agresión interpersonal pero, especialmente, en una diversidad de manifestaciones colectivas de agresión que, como se verá posteriormente, podrían agruparse en el marco de la violencia política (revueltas, guerra, terrorismo).
3. La cultura como modelador de la agresión
3.1. Se entiende por subcultura de la violencia al conjunto de condiciones, códigos y manifestaciones específicas bajo las que el uso de la violencia o la agresividad está regulado, legitimado e incluso ritual-izado dentro de ciertas sociedades, grupos, bandas o colectivos.
3.1.1. La agresión siempre estaría precedida de frustración y la frustración llevaría necesariamente a la agresión. Posteriormente, Berkowitz revisó la teoría original y propuso que la relación entre frustración y agresión era indirecta.
3.1.2. Los antecedentes ambientales relacionados con la agresión son de naturaleza aversiva. Entre ellos, los más estudiados son el ruido, el hacinamiento, la temperatura ambiental y el dolor.
3.2. La cólera o la ira es una emoción intensa que se caracteriza por el deseo o la motivación para dañar y que puede instigar la agresión. Para explicar la relación entre cólera y agresión se han propuesto varios modelos. Uno de ellos, que adopta una perspectiva biológica, es el Modelo del cálculo emocional de la agresión (Blanchard, Blanchard y Takahashi, 1977).
3.2.1. Berkowitz (1983) plantea que la cólera se expresa en forma de reacción física, cognitiva y comportamental. La primera caracterizada por la activación o excitación, la segunda por el desarrollo de un conjunto de ideas de venganza y pensamientos de naturaleza hostil, y la tercera incluye una amplia variedad de comportamientos (por ejemplo, apretar los puños, patalear, golpear y otros) relacionados con la agresión. Así, es posible que en ausencia de etiquetaje cognitivo, los mecanismos asociativos transfieran de forma automática la activación irrelevante a la cólera y al conjunto de sus manifestaciones que sí son relevantes para la agresión.
4. La agresión en el contexto social
4.1. La Psicología social presta especial atención a las manifestaciones de rechazo y exclusión social ya que son fenómenos que pueden instigar sentimientos duraderos de agravio y humillación que, por un lado, perjudican la salud y obstaculizan la plena participación e integración social de la víctima y, por otro, alientan conflictos prolongados y reacciones agresivas extremas.
4.1.1. Losefectosmásseñaladosporlasvíctimassonunintensosentimientodehumillación y de que se ha atentado contra su dignidad; además, se avergüenzan de la experiencia y de no poder resolverla, por lo que con frecuencia se sienten culpables de lo sucedido.
4.2. En el caso de la violencia, este concepto se refiere al proceso por el que la no intervención de las instituciones ante situaciones de exclusión o violencia es interpretada como una señal de su conformidad con dicha situación.
4.2.1. En este sentido, Morales (2003) plantea que este tipo de sociedades requieren para su desarrollo la promoción de creencias de justicia universales, frente a aquellas centradas en los grupos de pertenencia; fomentar la aceptación de las implicaciones o el coste personal que se derivan de la aplicación de la justicia universal y, finalmente, sería preciso promover la gestión creativa de conflictos mediante la difusión del valor de la pluralidad.
4.3. El fenómeno de la exclusión social ilustra de forma certera que la humillación es un importante antecedente de la agresión. Al margen del contexto en que se ejerza, este fenómeno tiene tres características fundamentales:
4.3.1. 1. Se produce de manera continuada. 2. Es posible en virtud de un clima social que tolera o se muestra indiferente hacia estas formas de violencia.
4.3.2. 3. Implícito en lo anterior está el hecho de que la exclusión social se ejerce en mayor medida por parte de los miembros más integrados de la sociedad y, por tanto, de los que disfrutan de mayor aceptación y reconocimiento.
5. Relaciones grupales y agresión
5.1. La lucha por el poder dentro de un grupo puede promover el uso de violencia coactiva de diverso grado.
5.1.1. Las tres tradiciones predominantes aplicables al estudio de la agresión intergrupal son la Teoría del conflicto realista, la Teoría de la identidad social y las teorías de la comparación social.
5.1.1.1. En el marco de la Teoría del conflicto realista, los procesos de comparación social predicen agresión societal cuando los miembros de una sociedad experimentan discrepancia entre los bienes o las condiciones de vida que consideranquedeberíantenerylosquetienenopiensanquepodránalcanzar(Gurr, 1970).
5.1.1.1.1. Finalmente, en el marco de la Teoría de la identidad social, los procesos de comparación social están en el origen de la identidad social inadecuada.
5.2. La agresión en el contexto social
5.2.1. La Psicología social presta especial atención a las manifestaciones de rechazo y exclusión social ya que son fenómenos que pueden instigar sentimientos duraderos de agravio y humillación que, por un lado, perjudican la salud y obstaculizan la plena participación e integración social de la víctima y, por otro, alientan conflictos prolongados y reacciones agresivas extremas.
5.2.1.1. Losefectosmásseñaladosporlasvíctimassonunintensosentimientodehumillación y de que se ha atentado contra su dignidad; además, se avergüenzan de la experiencia y de no poder resolverla, por lo que con frecuencia se sienten culpables de lo sucedido.
5.2.2. En el caso de la violencia, este concepto se refiere al proceso por el que la no intervención de las instituciones ante situaciones de exclusión o violencia es interpretada como una señal de su conformidad con dicha situación.
5.2.2.1. En este sentido, Morales (2003) plantea que este tipo de sociedades requieren para su desarrollo la promoción de creencias de justicia universales, frente a aquellas centradas en los grupos de pertenencia; fomentar la aceptación de las implicaciones o el coste personal que se derivan de la aplicación de la justicia universal y, finalmente, sería preciso promover la gestión creativa de conflictos mediante la difusión del valor de la pluralidad.
5.2.3. El fenómeno de la exclusión social ilustra de forma certera que la humillación es un importante antecedente de la agresión. Al margen del contexto en que se ejerza, este fenómeno tiene tres características fundamentales:
5.2.3.1. 1. Se produce de manera continuada. 2. Es posible en virtud de un clima social que tolera o se muestra indiferente hacia estas formas de violencia.
5.2.3.2. 3. Implícito en lo anterior está el hecho de que la exclusión social se ejerce en mayor medida por parte de los miembros más integrados de la sociedad y, por tanto, de los que disfrutan de mayor aceptación y reconocimiento.
6. Factores de Riesgo Psicosocial
6.1. Vínculos afectivos: Los estudios de laboratorio realizados con el Test de situaciones extrañas (Ainsworth, Blehar,WatersyWall, 1978)diferencian entre cuatro tipos de vínculos, caracterizados a partir de los patrones de relación que el niño establece con su madre y con el entorno. De estos cuatro tipos, uno se considera que satisface la necesidad de seguridad del niño.
6.1.1. Comparando a los niños agresivos con los no agresivos, se han encontrado diferencias en el clima emocional que desarrollan los padres en sus relaciones con los hijos, en el tipo de disciplina que imparten y en el tipo de órdenes que les dan. Concretamente, los estudios demuestran que los niños agresivos proceden de familias en las que hay baja calidez emocional y alto nivel de hostilidad mutua (Bandura y Walters, 1959). Además, uno de los mejores predictores de problemas de agresividad en los niños es la falta de supervisión y control (Zinder y Patterson, 1987).
6.1.1.1. Con frecuencia los niños criados en entornos familiares violentos presentan alteraciones emocionales y de comportamiento y dificultades en su desarrollo moral.
6.1.1.1.1. La creciente presencia de bandas violentas a las que se están incorporando jóvenes de diferentes estratos sociales, así como la progresiva internacionalización del terrorismo, están generando numerosos debates sobre las variables personales y ambientales desde su origen.