1. Evaluación del riesgo suicida
1.1. La entrevista clínica es el instrumento esencial en la valoración del riesgo de suicidio y toda la información recabada debe registrarse en la historia clínica, siendo importante mantener una actitud de empatía e interés por el otro durante la evaluación.
1.1.1. De entrada, en todo paciente psiquiátrico que visita un recurso asistencial se debe explorar el estado mental y la ideación autolítica, especialmente en aquellos con ideación actual o intentos recientes de suicidio, y en aquellos con clínica depresiva, en especial si hay abuso de alcoho
1.1.2. Deberá realizarse una adecuada evaluación psicopatológica y social que incluya las variables sociodemográficas y los factores de riesgo, además de las características de la ideación autolítica o conducta realizada
1.1.3. Es especialmente importante identificar aquellas conductas lesivas cuyo fin es suicida y aquellas cuya finalidad es diferente (aliviar la angustia, evasión, liberación, obtención de cuidados por parte de los otros, etc.).
2. Tratamiento de la conducta suicida
2.1. Es recomendable, en primer lugar, promover una alianza terapéutica, así como contar con el apoyo del entorno del paciente, como parte fundamental del proceso terapéutico
2.1.1. La decisión de hospitalizar a un paciente tras una conducta suicida es habitualmente un proceso complejo. Se recomienda tener en cuenta principalmente la repercusión médica de la conducta suicida, el riesgo suicida inmediato del paciente, la necesidad de un tratamiento más intensivo del trastorno mental de base y la falta de apoyo social y familiar efectivo
2.1.1.1. El tratamiento psicoterapéutico de la conducta suicida está adquiriendo cada vez más importancia. De modo general, en los pacientes con conducta suicida se recomiendan los tratamientos de corte cognitivo conductual con una frecuencia semanal, al menos al inicio del tratamiento
2.1.1.1.1. El tratamiento farmacológico deberá incluir tanto el de la patología subyacente como el de aquellos síntomas que puedan actuar como factores de riesgo adicional (ansiedad, impulsividad, insomnio, etc.)