CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA DEI VERBUM

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CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA DEI VERBUM por Mind Map: CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA DEI VERBUM

1. DIOS SE HIZO HOMBRE Y ABITO ENTRE NOSOTROS

1.1. CAPÍTULO IV EL ANTIGUO TESTAMENTO

1.1.1. La historia de la salvación consignada en los libros del Antiguo Testamento

1.1.1.1. Dios amantísimo, buscando y preparando solícitamente la salvación de todo el género humano, con singular favor se eligió un pueblo, a quien confió sus promesas, a nuestros primeros padres en la fe,

1.1.2. Importancia del Antiguo Testamento para los cristianos

1.1.2.1. La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. mas los libros del Antiguo Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y misericordioso con los hombres

1.1.3. Unidad de ambos Testamentos

1.1.3.1. Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo

1.2. CAPÍTULO V EL NUEVO TESTAMENTO

1.2.1. Excelencia del Nuevo Testamento

1.2.1.1. Pues al llegar la plenitud de los tiempos el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad. Cristo instauró el Reino de Dios en la tierra, manifestó a su Padre y a Sí mismo con obras y palabras y completó su obra con la muerte, resurrección y gloriosa ascensión, y con la misión del Espíritu Santo.

1.2.2. Origen apostólico de los Evangelios

1.2.2.1. La Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito, fundamento de la fe,

1.2.3. Carácter histórico de los Evangelios

1.2.3.1. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se trasmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias, reteniendo por fin la forma de proclamación de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús.

1.2.4. Los restantes escritos del Nuevo Testamento

1.2.4.1. El Canon del Nuevo Testamento, además de los cuatro Evangelios, contiene también las cartas de San Pablo y otros libros apostólicos escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, con los cuales, según la sabia disposición de Dios, se confirma todo lo que se refiere a Cristo Señor,

1.3. CAPÍTULO VI LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA

1.3.1. La Iglesia venera las Sagradas Escrituras

1.3.1.1. La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia. Siempre las ha considerado y considera, juntamente con la Sagrada Tradición, como la regla suprema de su fe

1.3.2. Se recomiendan las traducciones bien cuidadas

1.3.2.1. Por ello la Iglesia ya desde sus principios, tomó como suya la antiquísima versión griega del Antiguo Testamento, llamada de los Setenta, y conserva siempre con honor otras traducciones orientales y latinas, sobre todo la que llaman Vulgata. Pero como la palabra de Dios debe estar siempre disponible, la Iglesia procura, con solicitud materna, que se redacten traducciones aptas y fieles en varias lenguas, sobre todo de los textos primitivos de los sagrados libros.

1.3.3. Deber de los católicos doctos

1.3.3.1. El Sagrado Concilio anima a los hijos de la Iglesia dedicados a los estudios bíblicos, para que la obra felizmente comenzada, renovando constantemente las fuerzas, la sigan realizando con todo celo, según el sentir de la Iglesia.

1.3.4. Importancia de la Sagrada Escritura para la Teología

1.3.4.1. La Sagrada Teología se apoya, como en cimientos perpetuos en la palabra escrita de Dios, al mismo tiempo que en la Sagrada Tradición, y con ella se robustece firmemente y se rejuvenece de continuo, investigando a la luz de la fe toda la verdad contenida en el misterio de Cristo

1.3.5. Se recomienda la lectura asidua de la Sagrada Escritura

1.3.5.1. Necesario, pues, que todos los clérigos, sobre todo los sacerdotes de Cristo y los demás que como los diáconos y catequistas se dedican legítimamente al ministerio de la palabra

2. PROEMIO: El santo concilio escuchado religiosamente la palabra de DIOS y proclamándola confiadamente, hace suya la frase de San Juan cuando dice. “Os anunciamos la vida eterna, que estaba en el Padre y senos manifestó: lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión con nosotros y esta comunión nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1Jn 1,2-3)

3. DIOS ES VERDAD EN SU HIJO Y EN SU ESPIRITU.

3.1. CAPÍTULO I LA REVELACIÓN EN SÍ MISMA

3.1.1. Naturaleza y objeto de la revelación

3.1.1.1. Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina

3.1.2. Preparación de la revelación evangélica

3.1.2.1. Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio.

3.1.3. En Cristo culmina la revelación

3.1.3.1. Por tanto, Jesucristo -ver al cual es ver al Padre-, con su total presencia y manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos; finalmente, con el envío del Espíritu de verdad, completa la revelación y confirma con el testimonio divino que vive en Dios con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna.

3.1.4. La revelación hay que recibirla con fe

3.1.4.1. Cuando Dios revela hay que prestarle "la obediencia de la fe", por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios prestando "a Dios revelador el homenaje del entendimiento y de la voluntad", y asintiendo voluntariamente a la revelación hecha por El.

3.1.5. Las verdades reveladas

3.1.5.1. Confiesa el Santo Concilio "que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con seguridad por la luz natural de la razón humana, partiendo de las criaturas"; pero enseña que hay que atribuir a Su revelación "el que todo lo divino que por su naturaleza no sea inaccesible a la razón humana lo pueden conocer todos fácilmente, con certeza y sin error alguno, incluso en la condición presente del género humano.

3.2. CAPITULO II TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA

3.2.1. Los Apóstoles y sus sucesores, heraldos del Evangelio

3.2.1.1. Mas para que el Evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la Iglesia, los Apóstoles dejaron como sucesores suyos a los Obispos, "entregándoles su propio cargo del magisterio".

3.2.2. La Sagrada Tradición

3.2.2.1. De ahí que los Apóstoles, comunicando lo que de ellos mismos han recibido, amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han aprendido o de palabra o por escrito, y que sigan combatiendo por la fe que se les ha dado una vez para siempre.

3.2.3. Mutua relación entre la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura

3.2.3.1. Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. *Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios Y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo

3.2.4. Relación de una y otra con toda la Iglesia y con el Magisterio

3.2.4.1. Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas

3.3. CAPÍTULO III INSPIRACIÓN DIVINA DE LA SAGRADA ESCRITURA Y SU INTERPRETACIÓN

3.3.1. Se establece el hecho de la inspiración y de la verdad de la Sagrada Escritura

3.3.1.1. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. la santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes

3.3.2. Cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura

3.3.2.1. Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a "los géneros literarios". Puesto que la verdad se propone y se expresa de maneras diversas en los textos de diverso género: histórico, profético, poético o en otros géneros literarios.

3.3.3. Condescendencia de Dios

3.3.3.1. En la Sagrada Escritura, pues, se manifiesta, salva siempre la verdad y la santidad de Dios, la admirable "condescendencia" de la sabiduría eterna, "para que conozcamos la inefable benignidad de Dios, y de cuánta adaptación de palabra ha uso teniendo providencia y cuidado de nuestra naturaleza".