Importancia de la educación y modificación de la cultura para la terminación del conflicto armado...

Comienza Ya. Es Gratis
ó regístrate con tu dirección de correo electrónico
Importancia de la educación y modificación de la cultura para la terminación del conflicto armado y la violencia en Colombia. por Mind Map: Importancia de la educación y modificación de la cultura para la terminación del conflicto armado y la violencia en Colombia.

1. Argumentos objetivos

1.1. La educación es un factor determinante tanto en la guerra y como en la paz. Es motor de la guerra cuando se excluye a amplios sectores de la población por condiciones raciales o de género; cuando se somete la calidad de la educación a las condiciones del mercado; cuando se diseñan currículos que refuerzan los estigmas o se narra la guerra desde la perspectiva heroica del victimario. Podría pensarse que basta con desmontar las anteriores variables para transformar las condiciones en las que la educación, que fue un impulso para la guerra, se convierta en un elemento que permita alcanzar la paz. Sin embargo, es prudente atender a las distintas experiencias de países que han hecho este tránsito y hoy, desde el posconflicto, se convierten en un referente para Colombia. En 2014 el Kroc Institute for International Peace Studies analizó el papel de las reformas educativas en los acuerdos de paz de Guatemala, El Salvador, Filipinas, El Líbano, Irlanda del Norte y Sierra Leona, entre otros. El estudio presentó un conjunto de lecciones que Colombia podría replicar o evitar ante un posible escenario de posconflicto. Un primer aspecto por tener en cuenta es el de cobertura y calidad. En el país la cobertura no debe ser pensada como el acceso inicial al sistema educativo, sino en términos de retorno, ya que muchos niños se han visto privados de este derecho por causa de la guerra: ya sea por la destrucción de la escuela, la imposibilidad de llegar a esta por el miedo a las minas antipersona, el reclutamiento ilícito o el desplazamiento forzado. De igual manera, la calidad no solo debe pensarse en términos de estándares y pruebas internacionales, sino en cuanto a la funcionalidad que tiene la educación para las realidades inmediatas de las distintas comunidades; lo que hace que sea prioritario que los estudiantes se reconozcan como ciudadanos portadores de derechos. También resulta urgente romper el vínculo entre la calidad de la educación y la capacidad económica de quien accede a esta. Dejar la educación a las condiciones del mercado impide que esta sea un motor que genere movilidad social entre los individuos. La educación debe convertirse en un medio por el cual se puedan superar inequidades históricas que están en la base misma del conflicto. El enfoque de este modelo debe centrarse en los territorios más afectados por la guerra y priorizar una perspectiva diferencial, que permita responder a las necesidades de las comunidades y no esperar a que dichas comunidades se ajusten al modelo educativo diseñado desde Bogotá. Este enfoque territorial ha sido determinante en países como Guatemala y El Salvador. Por otro lado, en Irlanda del Norte, uno de los retos más grandes ha tenido que ver con la creación de una narrativa histórica que no agudice las diferencias culturales y políticas que dieron origen al conflicto. Este problema intentó superarse con la creación de una Educación para la comprensión mutua, cuyo propósito fue desafiar identidades y creencias sectarias, que impedían cualquier posibilidad de integración con ese “otro” al que solo se podía ver como enemigo. Este proceso buscaba generar integración y, sobre todo, reconocimiento. En Colombia el reto estaría en la capacidad de reconocer las dimensiones que ha tenido el conflicto tanto en el campo como en las ciudades, así como en el dolor de las víctimas en su amplio universo, de modo que no se mire a estas solidariamente según el victimario. Por último, es fundamental aprovechar la coyuntura en que se dan los acuerdos de paz para realizar ajustes en las políticas educativas, ya que estos son periodos de grandes cambios en distintos niveles del país. Así, el sistema educativo no debe esperar que termine el proceso de paz y comience la implementación de los acuerdos para ver cómo puede contribuir a la paz. El sistema educativo no debe limitar su función a la de replicador de contenidos relacionados con la paz, sino que debe crear las condiciones necesarias para que esta sea posible, debe pensarse como el espacio donde el posconflicto se materialice y, sobre todo, debe generar las oportunidades para que las nuevas generaciones jamás contemplen la posibilidad de repetir, una vez más, la espiral de violencia que tantas veces ha retornado sobre la historia de Colombia.

1.1.1. Charria, A. (2015) El papel de la educación en el posconflicto. El espectador. Recuperado de http://www.elespectador.com/opinion/el-papel-de-la-educacion-en-el-posconflicto-columna-581780

1.2. (...) También se quiere mostrar el papel tan importante que desempeña la educación en la reconstrucción posconflicto, ya que provee protección física, psicosocial y cognitiva. (...) El objetivo de este artículo es mostrar la importancia de la educación en aquellos países y áreas que han sufrido un conflicto armado interno en el periodo de reconstrucción posconflicto. (...) En este proceso, la educación desempeña un papel muy importante. El acceso a la educación es una herramienta muy importante no solo para la protección de los niños, sino también para la comunidad en general. La educación suministra protección física, psicológica y cognitiva.

1.2.1. Infante, A. (2014) El papel de la educación en situaciones de posconflicto: estrategias y recomendaciones. Recuperado de http://www.scielo.org.co/pdf/hall/v11n21/v11n21n14.pdf

1.3. El posconflicto no es nuevo en Colombia ni en el mundo. En las tres últimas décadas, en los cinco continentes, por acuerdo de paz negociado entre gobiernos e insurgentes, por intervención de la comunidad internacional o porque una de las partes en conflicto se impuso, se dieron o están en curso procesos de posconflico en varios países. Algunos de ellos son: Angola, El Salvador, Fiyi, Filipinas, Guatemala, Irlanda, Nepal, Nicaragua, República de Macedonia, Ruanda, Sri Lanka y Sudáfrica. Y en nuestro país, durante las administraciones Barco y Gaviria (1986- 1994), cinco grupos guerrilleros (M-19, Epl, Quintín Lame, Prt y Crs), mediante acuerdos de paz con los respectivos gobiernos, hicieron dejación de sus armas, se desmovilizaron y más de 5.000 combatientes, hombres y mujeres, se reintegraron a la vida civil y democrática del país. Desde entonces, se empezaron a aplicar distintos programas y proyectos para atender personas reintegradas a la vida civil. Por supuesto, cada proceso de paz y posconflicto es diferente y único y tiene relación con situaciones propias e históricas de cada nación, pero lo interesante del caso colombiano es que el proceso de paz en curso con la guerrilla incorpora, además de elementos nuevos, todos o buena parte de los que se dieron en otros países: verdad, reparación, reconocimiento de las víctimas, justicia transicional, reformas constitucionales y políticas, proyectos y reformas económicas y sociales, dejación de armas, reintegración a la vida civil de excombatientes ilegales, cese del fuego, referendo, entre otros. Visto en ese conjunto de naciones, el de Colombia es el más completo, ya que abarca todos los aspectos relevantes para pasar del conflicto a la reconciliación. Si se firma el acuerdo para ponerle fin a un conflicto de más de 50 años –como todos esperamos que ocurra– será reconocido como el más universal y avanzado de los procesos de paz recientes en el mundo. ¿Cuáles son esas lecciones que nos dejan los procesos de posconflicto que se han vivido en Colombia y en el mundo en los últimos años? Lecciones, por supuesto, extraídas de los éxitos y fracasos de esos procesos y aplicadas específicamente al caso de nuestro país para este momento. 1. Los acuerdos de paz son oportunidades históricas para que los países aborden y reorienten sus esfuerzos y políticas para resolver sus problemas reales. Lo que hace el conflicto, además de crear dolor e inestabilidad social y política, es que pospone la solución de los verdaderos problemas que por años se acumulan y crecen: pobreza, desigualdad, corrupción, atraso en la infraestructura. Lo que usualmente ocurre durante un conflicto es que la atención y una parte importante de los recursos del Estado se orientan a resolver o manejar el conflicto –los temas de seguridad y criminalidad– mientras que las políticas sociales, económicas y de buen gobierno quedan relegadas a segunda prioridad. El drama es que lo urgente no da tiempo para lo importante. 2. Generalmente los acuerdos de paz crean en la población de los respectivos países unas expectativas enormes de cambio y transformación. Los ciudadanos piensan que en poco tiempo sus problemas se resolverán. Por eso, lo más importante es crear la consciencia de que la paz es una responsabilidad de todos y no solo del Gobierno y las instituciones. Solamente dentro de esta perspectiva de cooperación entre el Estado y todos los sectores de la sociedad sin distingo –empresarios, trabajadores, universidades, fundaciones, organizaciones no gubernamentales, etc– se pueden llenar buena parte de esas expectativas de cambio y transformación. Pero, sobre todo, dentro de esa perspectiva de trabajo conjunto por la paz, todos se sienten partícipes de la construcción del nuevo país y asumen la responsabilidad que les corresponde. Sin el aporte de todos y el sentimiento mayoritario de que se trata de una tarea colectiva, en poco tiempo la paz se convierte en una frustración. 3. Desde muy temprano, todos los ciudadanos y sectores sociales deben entender que el posconflicto no es un proceso de años, sino de décadas. No solo que se requiere el aporte de todos, sino que en muchos casos hay que emprender reformas estructurales del Estado y cambios de actitud en la población que toman años o décadas. 4. El sistema educativo y la pedagogía son claves para la paz. Es en el colegio y en el seno de las familias donde se formarán las nuevas generaciones de colombianos con valores y cultura de paz. No es solamente dejar las armas, sino también el odio. No es solamente desmovilizar los aparatos armados ilegales, sino las cadenas de intolerancia que se han creado.

1.3.1. SantaMaría, R. (2015) Posconflicto en Colombia: Archivo digital de noticias de Colombia y el mundo desde 1.990. Recuperado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-15659117

2. Argumento de casos

2.1. Estuve en la guerrila desde los siete hasta los quince años. (...) Aquí he estudiado. He apredido bastante porque me resulta fácil. (...) Estoy estudiando, voy en sexto y tengo un proyecto de vida: una panadería.

2.1.1. Gonzáles, G. (2016) "Me crié en las milicias, pero ahora quiero ser autónomo": Los niños de la guerra, quince años después. (pág. 67-83). Bogotá: Aguilar.

2.2. Cuando yo tenía como diez años, por allá en el año sesenta y cuatro o algo así, el pueblo donde yo vivía estaba azotado por la guerrilla. La gente vivía muerta de miedo y hasta se iban de las casas porque nadie hacía nada para cambiar la situación, nadie sabía como. Pero cuando todos empezamos a estudiar, y a crecer que nos dimos cuenta de que eso no era así fue cuando empezó a componerse todo. Ellos vieron que ya no podían engañarnos o manipularnos y poquito a poquito se fueron. El colegio nos abrió los ojos y nos ayudó a salvar niños del pueblo.

2.2.1. Entrevista a Familiar.

3. Argumentos de Autor

3.1. En una educación para el posconflicto debemos suprimir de la mente de las personas la idea de que se acaba el conflicto, pues el conflicto es parte de la naturaleza humana. La clave está entonces en tramitar el conflicto de manera democrática, dialógica y no violenta.

3.1.1. Hoyos, S. (2016). Las 2 orillas: Alfredo Molano, Sergio de Zubiría y una educaión para la paz. Recuperado de http://www.las2orillas.co/alfredo-molano-sergio-de-zubiria-y-una-educacion-para-la-paz/

3.2. Ante la proximidad de la finalización de la lucha insurreccional armada luego de seis décadas de confrontación violenta, degenerativa y degradante, los colombianos estamos a las puertas del ingreso a una nueva era de la conviviencia pacífica, justicia social y desarrollo humano en su más amplio significado y connotación. (...) Con la finalización del conflicto armado y la barbarie, Colombia debe transitar hacia la construcción de una nueva sociedad que deje atrás un pasado dividido y violento y se mueva hacia un futuro pacífico, enriquecido por valores sociales compartidos por todos los ciudadanos.

3.2.1. Morales, J. (2015) "Dimensión cultural de la paz": ¿Qué es el posconflicto? (pág. 143-150) Bogotá: Editorial B.

3.3. La educaión de la cuidadanía adquiere hoy una significación y una relevancia desconocida hasta ahora. Y no es que en el pasado no se haya planteado esta cuestión. Se trata de que las circunstancias sociales, culturales e históricas y los supuestos éticos, políticos y filósofos de las épocas anteriores hicieron de éste un tema controvertido. (...) No podemos entender el conocimiento como algo que puede y/o debe quedar en manos de los expertos. (...) La toma de decisiones por expertos no supondrá científicamente la eliminación de los riesgos.

3.3.1. Mougán, J. (2009) "Hacia una teoría de la educación para una ciudadanía democrática": Democracia, cuidadanía y educación. (pág. 221-252) Universidad Internacional de Andalucía: Madrid, España.

4. Argumento retórico

4.1. La educaión es el arma más poderosa para cambiar el mundo.

4.1.1. Nelson Mandela.