Método teológico y credibilidad del cristiano. (el teólogo como peregrino)

Get Started. It's Free
or sign up with your email address
Método teológico y credibilidad del cristiano. (el teólogo como peregrino) by Mind Map: Método teológico y credibilidad del cristiano. (el teólogo como peregrino)

1. Introducción

1.1. La labor del teólogo viene determinada por la peculiaridad de su objeto de estudio: “Dios”.

1.2. situados entre tiempos de Modernidad y Posmodernidad, como ocurrió entre Jerusalén y Emaús, acontece una presencia misteriosa y amiga que se pone a caminar junto a ellos.

1.3. En el texto de “Los discípulos de Emaús”, de manera simbólica pero no por ello menos fiable y veraz, pueden aparecer apuntados los principales momentos de elaboración de un método teológico que alcance a unir, sin confusión o cambio, al tiempo que sin separación ni división, el Adviento divino con el éxodo humano.

1.3.1. Inspire someone about your topic?

1.3.2. Specific grade?

1.3.3. Do your best work?

1.4. El Método consiste en tres momentos: primero, auditus temporis et alterius (la escucha del tiempo y del otro); segundo, auditus fidei (la escucha de la fe) y tercero, intellectus fidei (la inteligencia de la fe).

2. auditus temporis et alterius (la escucha del tiempo y del otro)

2.1. “¿de qué venís hablando por el camino?”

2.1.1. El teólogo ha de ser una persona fiel a su tiempo.

2.1.1.1. El teólogo ha de ser una persona fiel a su tiemp

2.1.2. Lc 24,13-15

2.1.2.1. La labor del teólogo queda fuertemente expresada en el hecho mismo de acercarse y ponerse a caminar junto a ellos. La teología también es peregrina, sabe con humildad de su indigencia, reconoce que no tiene respuestas a todas las preguntas, asume que la verdad no es “algo” que se posee en exclusiva, sino “alguien” que interpela y reclama la vida. De no ser así, la teología degeneraría en ideología.

2.1.2.2. De Jerusalem a nuestro tiempo

2.1.2.2.1. La tensión narrativa del Evangelio apunta hacia Jerusalén como la ciudad donde se proyectan los más variados paraísos intrahistóricos, coincidentes en un mismo punto: el poder como motor de cambio y construcción de una nueva realidad que se asemeje a la idea preconcebida.

2.1.2.2.2. La máxima expresión de este espíritu moderno es la filosofía hegeliana del concepto. No en balde este pensamiento se ha dado en llamar filosofía absoluta.

2.1.2.2.3. La ideología, tanto en sus versiones burguesas como en las revolucionarias, también pretende ser explicación total de la realidad sin restos de sombras, que se jacta –desde este conocimiento– de poder dirigir el mundo hasta el triunfo de la idea o espíritu absoluto. El ser humano, convencido de ser el dios de una nueva creación, toma en sus manos las riendas de la historia desde los postulados de la potente luz solar de la razón.

2.1.2.2.4. Si en Hegel, el juego de los contrapuestos buscaba alcanzar la afirmación definitiva de la realidad, estos autores, con el término “dialéctica” pretenden subrayar el carácter inconcluso

2.1.2.2.5. algunos autores piensan que la Posmodernidad no es una verdadera superación de la Modernidad, sino un modo de permanecer en la misma cárcel de lo ideológico pero con el signo menos delante del paréntesis.

2.1.2.2.6. El triunfo del nihilismo sigue siendo el triunfo de la ideología, ya que si antes hablábamos del “espíritu absoluto” o del a priori del concepto, ahora es “la nada” que abraza la entera realidad, escasa de reconocimiento del “otro”, consciente de seguir siéndolo todo.

2.1.2.2.7. la apertura que muestran los dos discípulos posmodernos es la condición de posibilidad para la acogida del “peregrino” que, de manera sorprendente, aparece en el camino. Este peregrino personifica, en nuestra propuesta, la figura del teólogo que los invita a releer de nuevo toda la historia universal y personal.

3. auditus fidei (la escucha de la fe)

3.1. Teólogo calla y escucha la voz de Dios interpreta la realidad y la historia dándole un sentido salvífico.

3.1.1. El teólogo parte de la realidad, pero su reflexión teológica no está llamada a habitar ahí. Si así fuera, su teología se convertiría en una inconsciente utopía del statu quo, es decir, del orden de cosas establecido.

3.1.2. El segundo momento de este método teológico entre Jerusalén y Emaús, entre Modernidad y Posmodernidad, es el auditus fidei. Y esta escucha de la fe tiene una doble dimensión: testimonial e interpretativa. El teólogo, puesto a la escucha del relato original, y antes de cualquier tarea interpretativa, confiesa con su propia existencia la posibilidad de que lo absoluto de Dios acontezca en la contingencia de la historia.

3.1.3. el Dios de la fe hebrea y cristiana se caracteriza por su entrada en la historia. Se trata del Eterno que hace su morada en el tiempo, del Dios del Adviento. Por tanto, el fundamento de esta fe es la revelación, la certeza de que Dios ha hablado y ha dirigido su Palabra en palabras humanas. La fe, por tanto, nace de esta escucha y, por eso, la Iglesia no se congrega a sí misma, sino es congregada por esta Palabra que alcanza su mayor plenitud en Jesucristo, Palabra del Padre.

3.1.4. Este paso es el momento de la escucha, con la certeza que Dios es el verdadero interprete y actor de la historia.

3.1.5. La misión de la teología entre Jerusalén y Emaús intentará dar respuesta a esta provocación, haciendo a la teología más humilde en sus pretensiones. Ella no es palabra solar que todo lo ilumina sino que –en su misma esencia– tiene un lugar inevitable el silencio, considerado como el seno en el cual puede ser oída la Palabra que Dios dirige a los hombres.

3.1.6. El teólogo tiene la inexcusable tarea de hacer creíble el cristianismo a la altura del tiempo que le ha tocado vivir, haya que intentar trascender los ropajes históricos en los que nos llega la voz de Dios, fun- damentalmente en la Escritura, para que siga resonando más allá de un tiempo histórico concreto.

3.1.7. El teólogo tiene la inexcusable tarea de hacer creíble el cristianismo a la altura del tiempo que le ha tocado vivir, haya que intentar trascender los ropajes históricos en los que nos llega la voz de Dios, fun- damentalmente en la Escritura, para que siga resonando más allá de un tiempo histórico concreto.

4. intellectus fidei (la inteligencia de la fe)

4.1. en un tercer momento del quehacer teológico, el peregrino media el sentido de la revelación divina, de modo que sea respuesta a los interrogantes más profundos que habitan en el corazón del hombre.

4.2. El extraño peregrino consigue transferir el sentido de la revelación cristiana a la hora presente, que están viviendo los dos discípulos posmodernos, con su peso de dramatismo. La teología ha de tener el potencial de unir la historia de Dios y la historia de los discípulos en una sola historia.

4.3. en este tercer momento de realización teológica, tiene como objetivo “hablar responsablemente del Dios del Adviento en la variedad de situaciones humanas”, para configurar la reflexión creyente como theologia viatorum. Dicho de otro modo, el intellectus fidei “debe mostrar la significatividad actual del Adviento para el éxodo, al mismo tiempo que reclama la gratuidad, la indeducibilidad y la excedencia del don de lo alto”.

4.4. objetivo fundamental del tercer momento del método teológico o intellectus fidei, llega a buen puerto cuando el teólogo es capaz de individuar, y esto nos parece esencial, un principio formal que reelabora de nuevo, a la altura de cada tiempo, el proprium del cristianismo, en una síntesis creativa y novedosa.

5. A tener en cuenta en el quehacer teológico

5.1. Una teología Narrativa

5.1.1. El discurso que construye el desconocido peregrino, al hilo de su solidaria compañía en el camino de Emaús, tiene en la narración una forma privilegiada: “Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él, comenzando por los libros de Moisés y siguiendo por todos los libros de los profetas” (Lc 24,27). El teólogo no está llamado fundamentalmente a construir sistemas de alcance global. Ello podría tener el inconveniente de equivocar el concepto de verdad que sustenta lo cristiano

5.1.2. Si la Modernidad, tan ávida de sistemas omniabarcantes, parte de un concepto de verdad universal y abstracto, el cristianismo debe volver a proponer con fuerza un concepto de verdad personal y concreto. De esta manera, el teólogo realiza su oficio poniéndose a la escucha del relato original y optimizándolo para cada nueva situación histórica. Se trata de buscar una mediación válida, es decir, un principio formal unificador entre salvación e historia, justamente en el tema de la narración.

5.1.3. podemos afirmar que el gran desafío de la teología de todos los tiempos supone mantener su doble fidelidad, es decir, Dios y ser humano. Si la encarnación es la determinación fundamental de lo cristiano, podemos decir que la evangelización tiene como objetivo último que la fe se haga cultura, de modo que lo cristiano resuene en el ser humano como el horizonte último de posibilidad que da consistencia y sentido a toda su existencia. Esto hace que la teología nunca pierda la creatividad necesaria para presentar el contenido del cristianismo, siempre antiguo y siempre nuevo, en la formulación que puede alcanzar las mayores cotas de significatividad y de plausibilidad en la historia. La esencia del cristianismo, por tanto, está constitutivamente determinada por el espíritu del tiempo.

5.2. Una teología simbólica

5.2.1. el símbolo, por su propia naturaleza, se muestra especialmente pertinente para llevar a cabo esta tarea de divergencia y de con- vergencia, al mismo tiempo y sin contradicción, de dos mundos radicalmente distintos: el mundo infinito de Dios y el mundo finito del ser humano. Descubrimos así que la naturaleza misma del símbolo puede llevar a cabo esta tarea de mediación para el encuentro de lo diverso. El símbolo es el horizonte de sutura entre la eternidad y el tiempo.

5.2.2. El símbolo nos permite pensar la realidad desde la paradoja, desde la posibilidad de que la unión no se convierta en una fusión indiscreta e indiferenciada y la separación no se torne lejanía ni distancia.

5.2.3. la dinámica simbólica es esencialmente de carácter sacramental y nos ayuda a pensar el universo de Dios desde el juego de la continuidad con nuestro mundo que, sin embargo, no es captura ni caza: Dios es no siendo, Dios no es siendo. En definitiva, vale aquí la conocida expresión de Tomás de Aquino, cuando afirma: “En esto consiste el conocimiento de Dios: en que sabemos que ignoramos qué sea Dios.